miércoles, 11 de marzo de 2015

LA NOVIA VESTÍA... Capítulo 8


OCHO
Viejos Amigos y Enemigos


Y seguí corriendo, con los talones doliéndome horrores.


Allá donde fuera, la gente me gritaba de todo. Me tiraban piedras y cosas peores. Algunos tenían pistolas, otros hechizos. Corrí y esquivé y me escondí, tratando desesperadamente de encontrar el mejor lugar para esconderme, en toda la puta Nocturnia. se había corrido la voz por todas partes, a mucha velocidad. Ya había huido antes, cuando era joven, por múltiples razones, buenas y malas, pero nunca por nada como eso. Julien Advent era una figura muy amada y adorada en Nocturnia, mucho más de lo que yo jamás he sido. Siempre me ha parecido más importante que te temieran; y ahora mi reputación se había vuelto en mi contra, a menuda hora.

No me atreví a usar mi Fisura Temporal Portátil. Demasiado fácil de rastrear, siendo algo tan poderoso. Así que corrí.

¿Por qué coño me había llamado Benway asesino? Estaba justo ahí, vio lo que estaba ocurriendo, tuvo que saber por qué lo hice. A no ser… que el Rey del Sol se hubiese metido en su cabeza. Que le hubiese hecho ver lo que quería. Sonreí como un salvaje al correr, un gesto sin gracia que hizo que la gente se alejara y saliera corriendo al verme. Las cosas por fin estaban empezando a tener sentido. El Rey del Sol era responsable de todo lo que me había ocurrido hasta ahora, para mantenerme ocupado, demasiado pendiente de seguir vivo como para detenerme a pensar en lo que había planeado. Por eso todo el mundo estaba tan dispuesto a pegarme, atacarme y perseguirme, cuando normalmente se hubiesen contentado con mantener la cabeza gacha y seguir con sus asuntos. Me reí al correr, sonando como algún animal peligroso y la gente se escondió en los portales o en los callejones, en vez de enfrentarse a mí.

Pasé muchos años corriendo y escondiéndome de gente que quería matarme, desde los típicos villanos y gilipollas de siempre, hasta los Horrendos. Esos homúnculos sin rostro que mis Enemigos del Futuro habían enviado atrás en el Tiempo, para castigarme por algo que todavía no había hecho. Lo que no te mata te hace muy ligero de pies y muy difícil de rastrear; y yo corrí por toda Nocturnia, recuperando mi vieja velocidad y maña. Corrí por las calles llenas de gente, cruzando por aquí y por allá, empujando la vieja puerta de una tienda enorme, deslizándome entre la muchedumbre y saliendo por puertas traseras. Las voces fueron apagándose detrás de mí, encontrándome con nuevos gritos y quejas de gente a la que no le gustaba que les empujaran. Trepé muros bajos, doblé las esquinas, siempre en las sombras más oscuras, tomando todo tipo de atajos y callejones que la gente desconocía.

Y por fin terminé en un callejón trasero lleno de basura, en alguna parte del distrito del teatro; apoyando en una pared repleta de posters amarillentos medio despegados, antiguos anuncios de espectáculos y actuaciones ya pasadas. Respiraba con tanta fuerza que me dolía el pecho y traté de convencer a mi corazón de que recuperara el ritmo normal antes de que se me saliera. Me dolía la cabeza, tenía la cara mojada del sudor y me temblaban tanto las manos que ni siquiera pude sacar un pañuelo para limpiármela. Estaba haciéndome viejo para esa mierda de salir corriendo.

Me animé al recordar la cara del Rey del Sol cuando le tiré la pimienta a los ojos y también cuando Julien le golpeó en las costillas. Pensando que podría impresionarme con esa mierda de ser un dios vivo. Había tenido que salir huyendo de la Calle de los Dioses más de una vez. Y esperaba poder verle la cara de nuevo, cuando le rastrease y me tomase mi tiempo matándolo. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que me sentí tan furioso y mi corazón se aferró a esa fría sensación de comodidad. Vería al Rey del Sol agonizando y muriendo por lo que me había hecho hacerle a Julien. Tampoco es que Julien hubiese aceptado o querido que me vengase de él; pero bueno, ya se sabe que él siempre ha sido mejor que yo.

La venganza no es más que la justicia con dientes.

Me incorporé despacio y miré a mi alrededor. Todavía no podía respirar sin que me doliera, pero se me había aclarado la visión y las ideas iban a más velocidad que mi corazón. No podía quedarme ahí. Me había servido para ganar tiempo y pensar qué hacer después, pero con tanta gente persiguiéndome alguien acabaría por encontrarme, aunque fuese de casualidad. Así que desperté mi don y lo usé para encontrar un modo de entrar a la dimensión del cementerio ligada a la Necrópolis. Enterramos a los muertos en una dimensión de bolsillo separada, atada muy débilmente a Nocturnia. Porque, cuando nuestros muertos descansan, preferimos que lo hagan ahí y que no vuelvan a molestarnos. Me pareció que las defensas y protecciones mágicas del cementerio me servirían para esconder mi presencia. Y además casi todo el mundo tiene la suficiente cabeza como para no entrar ahí. No es un lugar seguro; está hecho para los muertos, no para las visitas.


Centré mi don, encontré uno de los lugares en los que la dimensión del cementerio se solapa a veces con Nocturnia y me concentré con más fuerza. Una puerta que no estaba ahí antes y nunca volvería a estarlo apareció en el callejón, justo al otro lado. Mantuve la puerta en su sitio con mi don y la abrí con la fuerza de la voluntad. Al otro lado sólo había oscuridad. Entré grácilmente por ella y la puerta se cerró detrás de mí.

(Continúa en lolabits)

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