martes, 13 de enero de 2015

LA NOVIA VESTÍA... Capítulo 3

¡Hola a todos! Ya sabéis que podéis encontrar el resto del capítulo en lolabits. Un beso!


TRES
Tiempo, Observa lo que ha Sido de Mí


Rápidamente me acerqué para arrodillarme junto al cuerpo inmóvil, para comprobar sus signos vitales; pero no había pulso ni en la muñeca ni en el cuello. La piel estaba fría y sudorosa y sorprendentemente flácida… Se movía con mucha facilidad bajo mi tacto, como si no estuviese bien pegada. Comprobé que el Rey de la Piel no estuviera respirando, entonces me puse en pie y miré a mi alrededor con frialdad. Los inmortales estaban juntos, en pequeños grupos, buscando apoyo y protección, mirándome en silencio con ojos abiertos y fascinados, como niños traumatizados. A ninguno les resultaba ajena la muerte, ni siquiera una tan violenta y repentina; pero un asesinato de uno de ellos, en un lugar donde deberían de haber estado a salvo… era otra cosa. No se permitían armas en el Baile de la Eternidad precisamente para evitar cosas como ésta.

Observé a Hadleigh Olvido mirando y le indiqué que se acercara. Se deslizó con agilidad entre la multitud. Miró el cuerpo y después a mí, expectante.

- Eres el Detective Espectro- dije- ¿Quieres ocuparte del caso?

- Eres Walker- dijo Hadleigh- Ésta es tu jurisdicción.

- Entonces hazme un favor. Ve hacia la puerta y ríete en la cara de los que quieran marcharse. Nadie saldrá de aquí hasta que haya acabado con la investigación.

- Haré guardia- dijo Hadleigh- Seguro que es… divertido.

Me ofreció una ligera sonrisa y pasó entre la gente hasta llegar a la puerta, sin siquiera esperar a que se apartasen de su camino. Los inmortales estaban empezando a hablar, murmurando preguntas y exigiendo cada vez más y más. Iba a tener que tomar medidas; ser Walker y hacerme cargo de la situación. O ninguno de ellos me diría nada. Alcé la voz y me dirigí a los inmortales allí reunidos, que a regañadientes se callaron y me escucharon.

- ¡Muy bien!- dije- ¡Prestadme atención! El Rey de la Piel ha sido asesinado. Así que esta sala de baile se ha convertido en la escena del crimen y todos vosotros sois sospechosos. Así que nadie va a marcharse de aquí. Haceros a la idea. Ahora, voy a necesitar toda vuestra ayuda y colaboración para encontrar al asesino. Sigue aquí, escondido y cuanto antes lo encuentre, antes podréis volveros a sentir a salvo. Voy a tener que haceros preguntas a todos. Que ninguno se lo tome como algo personal…

- ¡No vamos a responder!- espetó un hombre envuelto en una capa romana de color púrpura, que tal vez tuviera o no el derecho de usar- ¡Funcionario presuntuoso! ¡Nos vamos todos! ¡Antes de que el asesino vuelva a actuar!

- No, no os vais- dije, ofreciéndole mi mirada más dura- Nadie se irá hasta que haya encontrado al asesino.

Jasmine de Loir dio un paso adelante, echando hacia atrás su inmensa cabeza, para mirarme por encima del hombro mucho mejor. Iba vestida como Isabel I, con el pelo rojo y una frente muy grande.

- ¡No puedes obligarnos a quedarnos! Sólo eres un mortal. ¡No tienes autoridad sobre nosotros!

- ¡Ni siquiera es Walker de verdad!- dijo otra voz, desde la seguridad del gentío- ¡No tiene la voz!

- ¡Soy John Taylor!- dije a viva voz y todo el mundo volvió a callarse. Les sonreí con desagrado y unos pocos se estremecieron- Todos habéis oído hablar de mí. El hombre con el don para encontrar cosas. Ahora callaros y comportaros, o si no…

- ¿O si no qué?- dijo Jasmine.

- O encontraré a tu marido desaparecido- dije.

Jasmine dudó y perdió. Volvió a mezclarse con la gente. Miré tranquilamente a mi alrededor, saludando a algunos que conocía.

- El de ahí, podría encontrar los fondos perdidos de tu empresa. O tú. Podrían averiguar dónde escondiste los cuerpos. Y en cuanto a ti, cielo, podría encontrar tu vieja nariz y volverla a poner donde estaba.

Ya se habían quedado totalmente en silencio, mirándose entre sí en busca de apoyo y no encontrándolo. Todos tenían secretos y ninguno quería que los viera de cerca. Por supuesto, estaba de farol y sólo había hecho un par de suposiciones en base a los últimos cotilleos, pero ellos eso no lo sabían. Les di la espalda y me arrodillé junto a lo que quedaba del Rey de la Piel.


Estaba tirado bocabajo, hecho un ovillo. Había una única herida sangrienta en su espalda y más sangre que manchaba su ajado abrigo. Había muerto rápidamente, desangrándose en segundos. Sin su magia, sin su aspecto espeluznante de siempre, parecía mucho más pequeño y muy normal. Le giré la cabeza con cuidado, para poder verle la cara. Su verdadera cara. No era especialmente guapo ni feo; otro rostro común más. Su ropa era vieja y cómoda, en absoluto a la moda. Muy usada. Y entonces, cuando le miré a la cara, de pronto se transformó en una masa de arrugas. Como si todos los años de su vida le hubiesen pasado factura de golpe. Las arrugas siguieron apareciendo, entrecruzándose entre ellas, hundiéndose profundamente en la piel, hasta que me quedé mirando a un hombre que habría vivido al menos cien años y casi todos ellos mal. Los pocos inmortales que se habían acercado para ver de cerca dejaron escapar gemidos de repulsión y se apartaron al momento. Que el tiempo les afectara era el mayor miedo de un inmortal.


(Continúa en lolabits).