DIEZ
Verdades
y Consecuencias
San Judas sigue siendo
la única iglesia verdadera de Nocturnia, escondida en una zona donde no se
acerca nadie y a una distancia de cojones de la Calle de los Dioses. Porque San
Judas es de verdad. Sólo es una estructura de piedra vieja y fría, construida
hace tanto que ya nadie recuerda cuándo, con sus paredes grises sin adornos,
sin que el tiempo, el clima, ni los designios del hombre le hayan afectado en
absoluto. Sin torre, sin campana, sin crucifijos; unas estrechas rendijas a
modo de ventanas y una puerta pequeña. San Judas no está hecha para que sea
fácil de encontrar ni fácil entrar. en esa iglesia puedes hablar directamente
con tu dios y esperar que te escuche. Y, lo que resulta más preocupante, que te
conteste. Los sueños pueden hacerse realidad, los milagros pueden ocurrir. Así
que ten mucho cuidado con lo que pides.
Hice que Cathy aparcara
el MINI Cooper a cierta distancia de la iglesia y, después de cerrarlo y
activar las defensas, lo dejamos ahí y recorrimos despacio, con cuidado y
esperando no hacer ningún ruido el camino silencioso y pequeño que daba a la
iglesia. San Judas destacaba por su soledad y tristeza bajo la luz de la luna.
Allí no había nadie más y hasta el omnipresente ruido del tráfico parecía desaparecer
en la distancia. Como si hubiésemos llegado a un lugar nuevo, donde todo el
mundo mantenía la cabeza agachada para evitar llamar la atención. Una cosa es
rezarle a Dios cuando tienes algún problema y potra que Él tenga un especial
interés por ti.
San Judas estaba
aislada porque lo prefería así. Existía en su propio mundo pequeño y privado y
siempre había sido así.
- ¿De verdad crees que
el Rey del Sol no nos habrá oído venir?- dijo Cathy- Aquí hay tanto silencio
que podrías oír a un ratón pensando en tirarse un pedo.
- ¿Para qué ponérselo
tan fácil?- dije- He llegado a un punto en el que prefiero aprovecharme de
cualquier ventaja con la que me haga.
Cathy me miró por el
rabillo del ojo.
- Jefe, ¿de verdad te
crees toda esa mierda del dios vivo?
- No lo sé- dije- Ya me
he encontrado con unos cuantos poderes y dominaciones a lo largo de mi vida y
con dioses y demonios, pero el Rey del Sol… es algo más. Cuando dice que quiere
cambiar el mundo no habla metafóricamente. Fíjate con qué facilidad ha puesto a
Nocturnia en mi contra. Ni siquiera mi madre pudo hacer eso durante la Guerra
de Lilith; y eso que es una criatura bíblica.
Aunque nos estuviésemos
acercando a San Judas y siguiese alerta por si oía o veía al Rey del Sol,
seguía vigilando cuidadosamente a Cathy. Si fuera a traicionarme, esos serían
el momento y el lugar perfectos. No quería creérmelo, no quería ni siquiera
pensar en ello; pero después de lo de Suzie… ya no sabía qué creer. Pero
mientras recorríamos el estrecho sendero que daba a la iglesia, Cathy no dijo
nada, no hizo nada más que permanecer a mi lado, lista para cualquier cosa. Me
sentí avergonzado de haber dudado de ella. Siempre ha sido mejor persona que
yo.
Nos detuvimos a pocos
metros de la iglesia y la estudiamos. San Judas parecía sólida e implacable,
como siempre, antigua e inamovible; algo en lo que podías confiar y creer. No
por piedad o compasión, ni siquiera justicia; San Judas sólo defiende la
verdad. Porque San Judas es lo único verdadero que hay en un mundo que cambia
constantemente.
- ¿Por qué coño estás
sonriendo ahora?- dijo Cathy- Si ha pasado algo divertido, me lo he perdido. A
mí este sitio me está dando mucho miedo.
- San Judas- dije-
Patrón de las causas perdidas. Qué apropiado.
- Qué raro eres, jefe.
Unas luces muy raras salieron
de las rendijas de la vieja iglesia; luces potentes y fijas que atravesaban la
oscuridad como cuchillos. Emergieron todavía más de la puerta abierta;
expulsando la noche como un horno abierto el calor. Bastaba con verlas para
saber que no eran de este mundo. Eran luces De Fuera, del otro lado.
- El Señor de las
Espinas tiene que estar ahí dentro, ¿verdad?- dijo Cathy, incómoda- Es
imposible que deje a cualquiera usar la iglesia para lo que le apetezca.
- Espero que esté ahí-
admití- Es uno de los seres más poderosos que conozco y me sería muy útil. Pero
fíjate. No veo al Señor de las Espinas poniendo fin a todo esto… Pero tampoco
me imagino al Rey del Sol tan poderoso como para acabar con él.
- Entonces, ¿el Rey del
Sol es muy poderoso, jefe?
- Tanto como las
Entidades del Más Allá se lo permitan- dije- Y ellas… son las que están
empezando a preocuparme.
- A mí siempre me ha
preocupado el Señor de las Espinas- dijo Cathy- Representa todos los aspectos
de Dios en los que la mayoría de la gente no puede pensar. Nunca he estado del
todo segura de lo que es realmente, ni para qué está aquí.
- He tenido largas
conversaciones con él sobre ese tema- dije- y tengo que decir que yo tampoco sé
mucho más. Pero le necesito de mi parte otra vez. Porque me estoy quedando sin
opciones- me fijé en las luces resplandecientes que asomaban por las ventanas y
temblé, como si algo se hubiese meado en mi tumba- Espero que el Rey del Sol no
esté dispuesto a tener un cara a cara con el Señor de las Espinas. Como las
Entidades del Más Allá le dejen K.O., nos haremos caquita encima.
- Deja de hablar así,
jefe- dijo Cathy- Puedes decir tacos. Ya soy mayorcita.
Entonces el Rey del Sol
se asomó por la puerta delantera y nos sonrió alegremente a los dos.
- Puedes dejar de
hablar por lo bajo. Llevo rato sabiendo que estas aquí. ¡Pasad! Las Entidades
no estaban muy seguras de que fueses a venir, después de toda la mierda que te
he echado encima, pero claro, dije, John Taylor estará aquí cuando llegue el
final. Porque eres un chico muy terco, ¿verdad, John?
- Oh, lo es- dijo
Cathy- En serio. No tienes ni idea.
El Rey del Sol la miró
dubitativamente.
- ¿Y ella es…?
- Cathy- dije- Trabaja
conmigo.
El Rey del Sol se
encogió de hombros, se apartó para dejarnos entrar en San Judas y desapareció
por la parte de atrás de la iglesia. Y, después de dudar por un momento, le
seguí. Desarmado y sin estar preparado, pero esforzándome por parecer confiado
y gallito, porque nunca debes dejar que el rival crea que estás preocupado. La
luz de la puerta era muy potente, casi siniestra y hacía daño a la vista. Luz
sin ningún tipo de calidez ni bondad. Entrecerré los ojos y me dirigí
directamente a ella, dando lo mejor de mí por aparentar que sabía lo que hacía.
(Continúa en lolabits)
(Continúa en lolabits)
No hay comentarios:
Publicar un comentario